FOLKLORE

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Supongo que no se puede decir que Malcocinado tenga folklore propio, lo más adecuado sería afirmar que ha adaptado las canciones, romances y coplillas que, a través del boca a boca, llegaban del Sur (vía Pendencia) o del Norte (vía Ventorro).

La temática de estas canciones, recopiladas a través de las voces ya roncas y quebradas de algunos de nuestros mayores, suelen ser recurrentes: la vida en el campo, la marcha de los soldados a la guerra y, cómo no, el amor; presentado casi siempre como un amor imposible.

Como primera muestra, este viejo romance nos habla de uno de esos amores, que por ser su protagonista un clérigo me parece digno de mención. Me fue cantado por una mujer septuagenaria y, según ella, la aprendió mientras servía en casa de un hombre de Iglesia. Nótese el uso de las hipérboles al final del romance:

Un cura que dice misa, en la casa del señor,
Se enamoró de una niña desde que la bautizó.
Mientras vivieron sus padres, la niña nunca salió,
Cuando sus padres murieron la niña sola quedó.
Un día de San Antón peinándose estaba al sol,
Pasó por allí el mal cura, paso por allí el traidor.
Vente conmigo Pepita, Pepita del corazón,
La agarró por la cintura y a su casa la llevó.
Un día de Jueves Santo, con la niña se acostó
Le puso la mano al pecho y el cuerpo muerto quedó.
Acudieron los vecinos, -«si tenéis buen corazón,
sacadme de aquí esta niña donde no la vea yo»
A la mañana siguiente a decir misa marchó,
Y al tiempo de alzar el cáliz del cielo se oyó una voz.
«Detente, traidor, detente, detente Padre traidor,
que no puedes decir misa ni consagrar al Señor. »
A la mañana siguiente, para Roma se marchó,
que le confiese el Papa y le eche la absolución.
-«Que te arrastren cuatro potros desde Roma hasta Aragón. »
-«Esa es poca penitencia, mas grande la quiero yo. »
-« Que te suban a una torre y te pongan de reloj. »
-«Esa es poca penitencia, mas grande la quiero yo. »
-« Que te metan en un horno hasta que te hagas carbón. »
-« Como era una niña santa, esa me merezco yo. »

Las melodías suelen ser monotónicas, casi recitadas; tal vez la memoria, a veces tan lúcida recordando versos casi de corrido, haya hecho que lo que en tiempos fuera una preciosa canción llena de matices haya quedado en una lineal melodía.

Muchas de las canciones vienen asociadas a juegos y, generalmente, eran cantadas haciendo un corro:

” (… ) Traigo cordones de seda, que me vienen arrastrando,
que me vienen arrastrando, por los pies y por las manos (…) ”

Y mientras las niñas iban cogidas de las manos, la primera marcaba el camino A pasando por debajo de los brazos de las otras.

Normalmente, las canciones eran cantadas por las niñas, en unos juegos que se prestaban a ello (comba, corro). Los niños jugaban a juegos de destreza o puntería (billarda, tábiro) y solían acompañar sus acciones con una especie de conjuro de buena suerte para acertar el blanco. Desgraciadamente los recopilados son irreproducibles debido a su alto contenido en palabras malsonantes.

En el corro era frecuente cantar trabalenguas o canciones de difícil pronunciación. Sirva como ejemplo la primera estrofa de esta canción en la que el uso de las esdrújulas le da un tono divertido

“En la calle ánchica de Don Fernándico,
había una fuéntica con doce cáñicos
Con agua frésquica como las rósicas
Para las níñicas de Zaragózica (..)

Pero si algún género se lleva la palma, ese es el romance. Traídos por viajeros o romanceros llegados de todas partes.

Y quizá la canción popular por antonomasia sean los villancicos. Muchos de los por mí escuchados son cuartetos del tipo “ande, ande”. Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención (además de la aberración que supone para los ancianos cantar villancicos en pleno Agosto) es que muchos detallan milagros apócrifos de la Sagrada Familia. Por su hermosura, y porque lo canta mi madre, transcribo éste:

La Virgen va caminando con el Niño y San José,
Y en la mitad del camino pidió el Niño de beber.
-«No pidas agua mi vida, no pidas agua mi bien
que las aguas vienen turbias y no se pueden beber»
Allí ‘adelante’ hay una huerta, que ricas manzanas ‘tié’
Y la guarda un pobre ciego, pobre ciego y nada ve.
-«Ciego dame una manzana pa mi niño entretener»
-«Cójala buena Señora, las que hubiera menester»
La Virgen como era humilde, no ha cogido más que tres:
Una le ha ‘dao’ a su Hijo y otra le dio a San José,
Y otra se quedó en su mano para la Virgen oler.
Comió el Niño la manzana y el ciego empezó a ver,
-«Ciego, quién te ha ‘dao’ la vista, quién te ha hecho tanto bien»
-«Me lo ha hecho la Virgen Pura, con su Niño y San José»

La sucesión de guerras que en el primer tercio del siglo hizo que buena parte de los jóvenes tuvieran que abandonar nuestro pueblo y muchas veces partir fuera de nuestras fronteras (Cuba, Marruecos) dio pie a multitud de canciones de nostalgia, recuerdo y despedida de los combatientes.

Quiero volver a recordar que las letras traspasan el límite municipal y auque fueran compuestas en otras tierras, nuestros habitantes las hacían suyas. El ejemplo que viene a continuación es quizá el más significativo por cuanto se calcula que más de cincuenta jóvenes de Malcocinado lucharon en la guerra de Marruecos, entre ellos mi abuelo:

Ya se van las escuadras españolas,
Hijo mío, dime dónde vas:
Voy a la guerra del moro
Donde están nuestros hermanos,
Dicen que están desterrados
En el campo de la Unión
‘Pa’que vean que somos fieles
y cumplimos la campaña
mientras los hijos de España
nos vienen a conquistar.
Un morral y unas polainas,
Y una flor que causa celo
Y una hermosa carabina
Que es la flor de los guerreros

O esta otra

En el barranco de moro
Hay una fuente que mana
Sangre de los españoles
Que murieron por España.
Pobrecitas madres
Lo que llorarán
Al ver que sus hijos
A la guerra van
Ni me lavo ni me peino,
Ni me pongo la mantilla
Hasta que no venga mi Pepe
De la guerra de Melilla.

Y para terminar, un típico romance de pastores, muy extendido por Castilla que a buen seguro todas las madres conocen. Aquí vuelve a suceder lo mismo: de las tres personas que me lo cantaron, cada una tenía una versión. Son matices que no afectan a la rima ni al desenlace de la historia; tal vez sea esa la belleza de los romances, cada cual hace suya la historia y la cuenta como le parece.

Estando yo en la mía choza pintando la mi cayada,
Vi de venir siete lobos por una oscura cañada
Venían echando a suertes a ver a quién le tocaba.
Le tocó a una loba vieja, patituerto, cana y parda,
Que tenía los colmillos como puntas de navaja.
-«Dónde vas loba maldita, dónde vas loba malvada »
-« Voy por la mejor borrega que tengas en la majada »
Dio tres vueltas al redil y no pudo sacar nada
Ya la otra vuelta que dio sacó una cordera blanca.
-«Aquí mis siete cachorros, aquí mi perra guardiana,
que si matáis a la loba, la cena veréis doblada»
Los perros tras de la loba, las patas estirazaban
Siete leguas la corrieron por vegas y por montañas.
Al saltar un arroyuelo, la loba ya está cansada
-« Tomad perros la borrega, buena y sana como estaba»
-«No queremos la borrega de tu boca maltratada,
que queremos tus pellejos :Pal’pastor una zamarra
de tu cabeza un zurrón para guardar las cucharas,
de tus orejas pendientes y de tus patas polainas,
las tripas para viruelas :saque bailen las muchachas. »

Raúl Martínez Rojo